viernes, 18 de mayo de 2012

Un fantasma recorre Europa


Se había visto en Holanda y Noruega. Incluso en Francia. Ahora también en Grecia. Y Alemania ya esta tomando medidas. Las gentes de bien no podemos cerrar los ojos ante este resurgir catastrófico: el nazismo.
Neonazismo lo nombran, en un intento de evitar la palabra sin el prefijo, pues produce escalofríos en las conciencias sanas, pero mas nos valdría llamarlo por su nombre y prepararnos… para la lucha.
Discurso fácil, directo a las entrañas, dejando a un lado la razón, la educación, la Historia,… la verdad. Y este discurso cala profundo en las personas ignorantes. Y se extiende.

Ya de Hitler decían que era un orador extraordinario, sin importar que él que pronunciaba el halago no tuviera ni idea de alemán. Y Queipo de Llano era capaz de tener en vilo noches enteras a media España y aún a la otra media. Pero el “saber decir” no implica el que “sepas lo que digas”, o de otra forma, la arenga razonada no implica la razón en la arenga. Y encima es mucho mas difícil el discurso social, desde el ideario de la izquierda, pues está orientado al cerebro y no al estomago, esta orientado a la razón y no a las visceras. Y eso es mas complicado de conseguir, pues implica que la persona que lo recibe se preste al análisis, el autoanálisis en algunos casos, y a eso no siempre estamos dispuestos.

Hoy, frente a una izquierda que no sabe llegar a los ciudadanos, el nazismo avanza. Frente a unos gobiernos esclavos de los Mercados, el nazismo avanza. Frente a unos ciudadanos que ven al 15M como un grupo de “perroflautas”, el nazismo avanza. Y mientras, panfletos de publicación diaria de la extremaderecha española, albergada en el seno del PP, publican en sus portadas los curriculum de los dirigentes de sindicatos estudiantiles, apoyados por la suerte de Brigada Político Social en la que se ha convertido el Ministerio del Interior.

El nazismo avanza.

Desempolva tus armas Europa, quizás las necesitemos.

martes, 8 de mayo de 2012

Una solución de ochenta años

Para que no sean todo quejas, y pese a no ser nuestra labor, por mucho que nos lo hagan creer, voy a plantear hoy una solución. Pero no es mía y ni siquiera es actual. Y es que estos del “extremocentro” se niegan a escuchar a nadie, ni siquiera la voz de la Historia.

John Maynard Keynes nace en Cambridge, Inglaterra,  en 1883 y su principal obra es “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, publicada en 1933, pero que era un compendio de sus obras anteriores, conferencias y artículos de prensa. En ella plantea la reconversión de una economía con la guerra como excusa para crear empleo para su aplicación en época de paz en la que el motor fundamental será el gasto público.

Partimos de la paradoja del ahorro: si se ahorra mas, la demanda cae, cae con ella la producción y por tanto el ahorro total de la población. Este circulo vicioso solo puede romperse con la intervención del Estado como demandante de bienes y servicios, que por tanto deberán de ser públicos.
Esto desemboca en otra máxima keynesiana: “El capitalismo no es justo y encima no cumple”. Esta y otras opiniones hicieron a Keynes abogar por el intervencionismo, hecho que se comprobó como cierto por el crash del 29 y por la forma en la que el presidente Roosevelt afronto el problema: consumo interno, ahorro e inversión y compras al exterior, sumadas a una fuerte, tremenda, inversión pública. EE.UU. salió del pozo, aquella experiencia estatalista en pleno corazón capitalista funciono, y se rompieron algunos de los axiomas mas consolidados del liberalismo. El circulo vicioso descrito antes se invertia, y la demanda con cargo al presupuesto del estado hizo aumentar el empleo, con lo que se estimulaba la demanda privada.
Esta nueva forma de hacer economía no gustaba mucho al capital, claro esta, y pronto surge la Escuela de Chicago, con Friedman a la cabeza, y nos jode el invento. Se acabó Keynes, “neoliberalismo para todos”. Se empieza a hablar de “dependencia general de los precios sobre la cantidad del dinero en circulación” y de “velocidad de circulación del dinero”. El capitalismo se revolvía contra una idea simple y radical, que no era Keynes el primero en esgrimir pero si el primero en demostrar aplicable aun dentro del sistema: el papel paternalista, en cuanto a lo económico, del Estado.

Y en eso estamos ahora. En el mismo caso. En un Estado que olvida la historia, económica, por eso en minúscula, y que olvida que otros antes que ellos se enfrentaron al mismo problema y lo resolvieron mirando a los ojos al ciudadano y no a la oscura cara de Bankia.

¿Quien será el Keynes de este siglo que nos haga ver que otra manera de salir de la crisis es posible, mas aun, que es mejor, mas aun, que es para tod@s? Pues en esto, como tantas otras veces lo ha hecho a lo largo de la Historia (esta si en mayúsculas), mal que nos pese que actúe en nuestra contra en asuntos mas triviales, Francia. Agarra bien las riendas Hollande, que en la grupa llevas a Europa.